El jugador del Athletic fue padre de su primer hijo la semana pasada. «Mucha gente no era valorada lo suficiente y ahora se pone de manifiesto que son imprescindibles», comenta.
Óscar de Marcos es un futbolista de Primera División que accede a conceder una entrevista tres días después de ser padre de su primer hijo. «No me cuesta nada, hombre», dice el jugador del Athletic, restando importancia a la anomalía, justo antes de comenzar una conversación en la que el fútbol ni siquiera se menciona.
- ¿Cómo ha vivido la experiencia de ser padre primerizo en esta situación?
- Como todo lo demás, con incertidumbre. Vivimos una situación delicada en la que nadie puede salir de casa, pero nosotros no teníamos más remedio que hacerlo y además a un hospital, que es la zona en la que seguramente más se mueve el virus. Yo veía a mi mujer tranquila y eso a mí me daba tranquilidad. Estuvimos un par de días en el hospital y vuelta para casa. Vieron que tanto la madre como el niño estaban bien, sin complicaciones, y nos dieron el alta lo antes posible para evitar el riesgo de estar por el hospital.
- Pudo asistir al parto, por lo menos.
- Pensé que quizá no podría por las restricciones que hay. Tuve suerte porque está todo muy complicado con los acompañantes de los pacientes, pero en partos sí que lo permitían y pude presenciarlo. Los abuelos y el resto de la familia no han podido conocerle aún y es la pena que nos queda, pero al menos lo han podido ver por videoconferencia.
- Estar en un hospital para un parto en estas circunstancias ha de generar, al menos, cierta inquietud.
- Hicimos lo que nos dijeron, no salimos de la habitación en dos días para tener el menor riesgo posible, porque está en juego tu salud, la de tu familia y la del resto de personas. Cumplimos estrictamente las órdenes que nos dieron, sólo salimos para volver a casa.
- Que su mujer sea médico le ayudaría a mantener la calma.
- Está claro, te da mucha tranquilidad. Yo no tengo ni idea de nada y tener al lado a una persona con conocimientos te tranquiliza.
- En cierta manera, habrá sido un alivio que esta situación le haya pillado de baja a su mujer.
- Pues sí, porque ella iba a estar expuesta a riesgos sí o sí. Si no hubiera sido madre, habría estado en el hospital trabajando. Ella sufre por ellos y apoya a sus compañeros a distancia, porque ahora lo que le toca es estar con la familia.
- Esta crisis está sirviendo para que toda la sociedad valore mucho más a los sanitarios.
- A ver, yo tampoco me voy a hacer el listo, hasta que no la conocí no tenía ni idea de ese mundo. Desde entonces me toca muy de cerca y veo lo importantes que son. Ojalá no pasaran nunca cosas de éstas, pero nos están sirviendo para replantearnos ciertas cosas y tener muy presente que hay profesionales muy valiosos en esta sociedad. No sólo los sanitarios, también los que trabajan en los supermercados, los que limpian… Mucha gente no les valoraba lo suficiente y ahora se está poniendo de manifiesto que son imprescindibles.
- ¿Cree que esta crisis revela nuestra fortaleza o nuestra fragilidad como sociedad?
- Si miro por la ventana, veo que la sociedad es fuerte, comprometida, que está cumpliendo con lo que se le pide. A todos nos llegan vídeos de gente que no se comporta como debe, pero es la excepción. La mayoría cumple de maravilla y ésa tiene que ser nuestra fortaleza como sociedad. Muchas veces no valoramos lo que tenemos. Esta situación nos está enseñando a tener los pies en el suelo, a valorar nuestra salud y a pensar en lo mal que lo pasan otras personas.
- Usted estuvo hace unos años en Togo y hasta escribió un libro sobre su experiencia. ¿Cómo lo están viviendo allí?
- Para ellos es una situación muy difícil. Cuantos menos recursos tienes, más complicado es afrontar esta pandemia, porque esta crisis incrementa la fragilidad de las personas con más necesidades. Pero sufren a diario, aunque apenas se hable de ellos porque Togo no está en Europa.