El argentino, pichichi de la competición junto a Correa y Vinicius, solventa un feo partido en el Coliseum.

Un trío de futbolistas que no se suelen prodigar en esa faceta, pero que aprovechan un buen estado de forma en este arranque de la competición para reivindicarse. También lo hace el Sevilla en el plano colectivo, pues es junto al Atlético el único que ha sido capaz de solventar sus dos compromisos inaugurales con victoria. El Getafe, por su parte, sigue a cero.
Escrito queda, el encuentro estuvo muy lejos de ser una oda al fútbol, en parte por el buen trabajo que realizó el equipo de Míchel para frenar el potencial ofensivo de su adversario.
El Sevilla se pasó toda la primera parte moviendo el balón en su propio campo, incapaz de hacer avanzar las jugadas, ni en corto ni en largo. Un escenario que convenció a Lopetegui de la necesidad de introducir dos cambios en el descanso que le ofrecieran más juego entre líneas: Lamela y Rakitic en lugar de Papu y Suso.
El partido, sin embargo, comenzó a cambiar con la segunda tanda de sustituciones del técnico guipuzcoano, pasada la media hora. El debutante Rafa Mir fijó a la defensa azulona e Idrissi le dio mayor desborde. La mejoría hispalense se reflejó en un par de buenas ocasiones, especialmente un gran cabezazo de Diego Carlos detenido por Soria, pero el gol no llegó hasta el descuento. Rafa Mir demostró su olfato en el área cazando un balón y mandándolo al poste y en la segunda jugada llegó Lamela para otorgarle los tres puntos al Sevilla, dejando al cuadro local compuesto y con síntomas de que tiene mucho trabajo por delante para ser tan consistente como lo ha sido estos últimos años.
Un Getafe que, además, en las próximas horas perderá a uno de sus futbolistas más icónicos de las dos últimas temporadas, Marc Cucurella. El medallista olímpico ha aceptado la oferta del Brighton y pondrá rumbo a la Premier League en cuanto su nuevo club abone los 18 millones de su cláusula de rescisión, algo que podría ocurrir este mismo martes. Una operación que, de rebote, deja un pellizco de 1,8 millones en las maltrechas arcas del Barcelona, que conservaba un 10% del pase de su antiguo canterano.